Escribir bien sin faltas de ortografía y con un lenguaje -en lo posible- claro y sencillo siempre tendría que ser importante, exista o no la virtualidad. Lo que sucede es que en esta nueva era virtual, en la que la gran mayoría de los mensajes y textos se leen en las pantallas, se ve más y mejor que nunca cómo escriben las personas; no solo el estilo en sus formas de escribir, sino si lo hacen con o sin faltas de ortografía, si piensan en el otro al momento de escribir para que entiendan lo que están queriendo decir.
Es tanta la afluencia de textos y escritos que se ven en las
redes sociales y en WhatsApp que queda en evidencia, por un lado, el papel de
comunicar un mensaje, y por otro, la elección -consciente o no- de la sintaxis,
del lenguaje inclusivo; la ortografía, las tildes en cada palabra, las
mayúsculas, los signos de exclamación y de interrogación que ahora se usa uno
solo como si estuviéramos escribiendo en inglés que utiliza un solo signo al
cerrar la palabra.
Al momento de comunicar un mensaje es fundamental que sea
breve pero completo, recordable y simple para que más personas puedan
recibirlo, entenderlo y de esta manera puedan apropiarse de él, recordarlo, aplicarlo
y replicarlo. Para esto, una técnica son las 5 W, que a grandes rasgos es dar
respuesta a 5 preguntas importantes: qué, quiénes, cuándo, dónde y por qué.
Responder estas preguntas garantiza el conocimiento completo y preciso para comenzar
a crear un mensaje y poder escribir un breve texto, una nota, etc.
Claro está que no queremos hacer un manual para explicarles a
los usuarios de Internet cómo escribir y demás; estamos todos tan apurados que
apretamos el teclado del móvil y las respuestas que queremos dar en un mensaje
de texto o en las redes sociales salen disparadas automáticamente… ¿Chequeamos
que esté bien escrito lo que enviamos o que sea entendible para el otro? En el
apuro, desinterés o en el típico “ya fue” es que no se presta demasiada
atención a lo que se envió… Entonces, ¿qué hacer? He aquí el desafío…
En primer lugar invitaría a todas las personas a que lean… el
diario, un libro, extractos, poemas, ensayos, notas en internet escritas por
personas con competencias culturales. La lectura nos ofrece la posibilidad de
ver cómo está escrita tal palabra para luego copiarla igual en nuestros textos
o mensajes.
Otra de mis invitaciones es a que presten atención cuando
escriben, pueden buscar en el diccionario online cómo se escribe tal palabra. A
veces en el apuro se ponen respuestas que son difíciles de entender y hay que
volver a preguntar, por ejemplo: “¿Vas ahora a ver a la tía?”. “No salgo tarde
de trabajar”. ¿La respuesta es que no sale tarde de trabajar o que no va ahora
porque sale tarde trabajar? Si dijera: “¿Vas ahora a ver a la tía?”. “No, salgo
tarde de trabajar”. Una coma lo cambiaría todo, sería más claro que no va en
ese momento que sale tarde. ¿Qué puede pasar? El que hizo la pregunta entiende
que sale temprano de trabajar y le puede volver a preguntar: “Ah, entonces si
salís temprano, ¿vamos a verla juntas?”. Y la otra le respondería: “Salgo tarde
de trabajar”.
Miren todo lo que ocurrió por no haber puesto una coma,
hubiera sido más fácil para entenderse desde un principio. Les traigo el texto
de un anuncio con lo que sucede algo parecido. El texto publicitario rezaba así:
“Línea de cremas para piernas de uso diario”. Este es un claro ejemplo de
ambigüedad, ¿las piernas son de uso diario o la línea de cremas? Una coma hubiera
ayudado a aclarar el mensaje: “Línea de cremas para piernas, de uso diario”. Y
les dejo el último –muy popular en Internet- que me parece fantástico: “Solicito
empleada inútil, presentarse sin referencias”. Lo que quería escribir era: “Solicito
empleada, inútil presentarse sin referencias”… En estos ejemplos vemos claramente
que toda la comunicación tiene un efecto y para que tal se produzca hay que
apelar a escribir lo mejor posible.
¿Cómo se hace? Puede ser a través de una capacitación para
corregir textos, contratando a una correctora para que lo escrito quede pulido
y bien organizado. Y sino como antes mencionaba prestar atención, leer, usar el
diccionario, etc.; porque ya comprobamos con los ejemplos que puse más arriba
que para convencer al lector y enamorarlo con los textos es fundamental la
buena ortografía.
Y no solo eso, también reconocer los errores de género y
número, de concordancia, de uso de los artículos, de la morfología verbal,
hasta los relacionados con el uso del gerundio, de los pronombres relativos, de
las preposiciones y conjunciones; evitar el dequeísmo y no caer en el queísmo; poner
signos de apertura y de cierre en una pregunta o en una exclamación…
Podría seguir enumerando miles de aspectos que pueden surgir
en un texto que deben revisarse, chequearse para que el mensaje sea claro,
entendible y recordable, que deje una huella en quien lo lee, que le produzca
satisfacción leer un texto que comunique las ideas y que esté -en lo posible-
bien escrito.
Por Stella Roque. Nota publicada en el portal Directrix.
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