Queremos compartir un
artículo muy interesante... De solo pensar que el libro de papel puede
desaparecer, nos agarra una desesperación terrible. Y al leer esta nota en la
cual comentan que varias editoriales dejarán de publicar sus diccionarios en
papel nos preguntamos ¿cuál será el futuro del libro de papel? Es una pregunta
que la podremos ir contestando con el paso del tiempo... Lo que sí siempre hay
que hacer es consultar el diccionario, así sea online o de
papel, nos ahorra cometer un grave error de ortografía o de concepto, nos ayuda
a saber mejor el significado de ciertas palabras y a tener una mejor competencia cultural.
Antes que nada, una pinceladas de
historia. En 1985, Grolier, una de las más importantes
editoras mundiales de enciclopedias, publicaba la primera obra de consulta en
CD-ROM. Solo ofrecía el texto reducido de la Academic American
Encyclopaedia, con unas 30.000 entradas, pero supuso una revolución.
Cuatro años después, en 1989, Comptons desarrolló la primera
enciclopedia multimedia –con gráficos e imágenes–, en colaboración con
la Encyclopaedia Britannica,
un referente internacional desde el siglo XVIII. Microsoft presentó en 1993 su
propia enciclopedia en CD-ROM, la popular Encarta, que dejó de
fabricarse en 2009.
Hacia 1980, la Encyclopaedia
Britannica rechazó una oferta de Microsoft para desarrollar la primera
enciclopedia multimedia. Abro un paréntesis. Un chascarrillo
empresarial. No es un muy conocido que, a principios de la década de
1980, Bill Gates se dirigió a los responsables de la Britannica para
ofrecerles su colaboración. Los ingleses arrugaron la nariz y rechazaron la
oferta del advenedizo norteamericano. ¿Una enciclopedia en disco? ¡Por Dios!
¿Quién podía imaginarse entonces el
desarrollo posterior de las obras de consulta digitales? La versión inglesa de
la Wikipedia incluye hoy más de cuatro millones de artículos y
la española pronto llegará al millón. La Gran Enciclopedia Planeta,
la última gran obra de referencia impresa en castellano, ofrece 145.000
entradas. Un abismo.
Adiós, papel, adiós
Puestos en la Gran Enciclopedia
Planeta –heredera de la famosaLarousse–, Editorial
Planeta Grandes Publicaciones ha dejado de
imprimirla. En 2014 publicará el último volumen de su actualización anual en
papel. Mientras tanto, ha facilitado a sus clientes el acceso a una enciclopedia online. La próxima semana, el
presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara, presentará un nuevo
megaproyecto digital que, aseguran, puede dar un vuelco al mercado español de
obras educativas. Veremos. Hay nervios en la competencia.
Las enciclopedias
Planeta y Británica y los diccionarios Oxford y MacMillan han dejado de
editarse en papel. ¿Qué pasará con el de la Real Academia?
El caso de Planeta no es único. Los
directivos de la Encyclopaedia Britannica han anunciado que su edición de 2010 sería la última en papel,
tras más de 240 años de historia. En 2005, protagonizaron un desagradable
intercambio de acusaciones con la revista Nature, que evaluó artículos científicos de la Britannica y de la Wikipedia sin
hallar excesivas diferencias entre ambas. Un golpe mortal para una obra que se
vendía a unos 2.000 euros.
El acceso libre a diccionarios online
muy completos ha dinamitado el sector. MacMillan, uno de los mayores grupos
editoriales del mundo, también ha anunciado que, desde este año, dejará de
imprimir sus famosos diccionarios de inglés y desarrollará sus productos
en red.
"El formato de libro tradicional
limita las obras de referencia", asegura Michael Rundell, su editor
jefe. "Los libros quedan desactualizados en cuanto se imprimen y las
limitaciones de espacio ponen en riesgo nuestros objetivos de claridad y
exhaustividad”.
Los responsables de diccionario Oxford,
considerado con sus 600.000 entradas el más completo del mundo, tampoco piensan en el papel para su
próxima edición, prevista para esta década.
En España, en 2014 se publicará la 24.ª
edición del Diccionario de la Real Academia con la que se
conmemorará, de paso, el 250.º aniversario de la institución. ¿Será también la
última en papel? Probablemente.
¿Qué dejaremos a nuestros descendientes?
El hecho de que las obras de referencia
más importantes dejen la imprenta y se estén pasando a Internet plantea dilemas
cuanto menos interesantes. Acongojantes –por ser fino–, si nos ponemos en plan
apocalíptico.
Umberto Eco, pensador y escritor
italiano de prestigio mundial, fue quién levantó la perdiz con la publicación
de No esperéis libraros de los libros.
¿Qué pasaría con toda
la información digital en caso de cataclismo?
"Desde luego", comentó
Eco en una entrevista: "Si tuviera que
dejar un mensaje de futuro para la humanidad, lo haría en un libro en papel y
no en un disquete electrónico. He visitado la Biblioteca Nacional y he visto
libros que tienen 500 años de antigüedad. Si además considero los manuscritos,
he contemplado ejemplares escritos hace 1.000 años. Ahora bien, no sabemos
cuánto puede durar un disquete de ordenador. Los llamados discos flexibles han
muerto antes de agotar su capacidad de almacenamiento de datos.”
Si en un futuro más o menos lejano un
cataclismo –¡toquemos madera!– limitara o impidiera el acceso a los datos
colgados en la nube, buena parte de los conocimientos actuales se
perderá para siempre. Nuestro presente se quedaría en el limbo. Digital, eso
sí.
Fuente: Zoom News y Correctoras de Papel
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