Qué desastre...

Si partimos en dos la palabra "desastre" y utilizamos un poquito la imaginación, podremos darnos cuenta de su origen: des–astre (sin astro). ¿Dónde y cómo nació este vocablo? Para saberlo debemos remontarnos hasta la Antigua Grecia.

Diferentes culturas, entre ellos los griegos, sintieron fascinación por el cielo y los astros y llegaron a creer que estos tenían una poderosa influencia en la vida de los seres humanos. Sostenían que la posición de los astros en el momento exacto del nacimiento de una persona y sus movimientos posteriores, reflejaban el carácter de la persona y por lo tanto su destino. Surgieron alrededor de esta creencia varios vocablos referenciando al azar o la suerte, y una de esas palabras fue "desastre".

Está compuesta por el prefijo dis- des- que denota negación o inversión del significado, como por ejemplo en: disconforme (no estar conforme) o desleal (no ser leal), y también por el sustantivo griego ástron (astro) o latín astrum. Para los griegos un desastre ocurría cuando la posición de las estrellas no era favorable en determinado momento, por ejemplo en época de cosecha o en un nacimiento. Como consecuencia del desafortunado movimiento astral, se auguraba una mala cosecha o un destino desgraciado para un niño.

El término desastre llegó al español desde el provenzal, donde significaba “desgracia” y, a su vez, este procedía del italiano ‘disastro’ con el mismo significado, pero su verdadero origen está en aquella Grecia antigua, donde la creencia en la influencia de los astros sobre los acontecimientos en la tierra le dio sentido.





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